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Ciudad de Puebla, Mexico

Club Faro San Pablo

Conversion


Conversion y Primeros Pasos



   

La conversión de San Pablo se menciona tres veces en el libro de los Hechos de los Apóstoles (9,1-9; 22,3-21; y 26,2-23). Fue en Damasco hacia el año 36 cuando San Pablo se convierte al cristianismo al encontrarse con Cristo; no fue tanto una teofanía, ni una visión divina, sino una verdadera experiencia mística. Este suceso divide la vida de San Pablo en “antes” y “después”, ya que fue como un huracán que le cambió su historia personal y su vida.

En este pasaje de la conversión de San Pablo aparecen algunos símbolos muy significativos:

* Aparece una luz que lo ciega y escucha una voz que le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Era nada menos que Cristo resucitado. San Pablo le responde: “aquí estoy, Señor”...

* La expresión: “por el camino de Damasco” indica que Jesús lo quiere llevar por un nuevo camino diferente al que el Apóstol llevaba.

* “A medio día”, indica que el suceso aconteció como en la mitad de su vida.

* “Una luz celestial” más luminosa que el sol que “lo cegó”... Lo cegó para que tuviera ojos nuevos para mirar diferente

* “Eres días de oscuridad” sin ver, como cuando Cristo estuvo en el sepulcro, a los tres días sale de la oscuridad, y vuelve con un nuevo proyecto de vida.

* El contacto con la luz verdadera, le quita sus tinieblas, es decir, las vendas de los ojos y a partir de ahí ve con claridad lo que Dios quiere de él: que no sea más un fariseo sino un auténtico cristiano y apóstol de Jesucristo.

* “Cayó en tierra”. Como que todo lo anterior ya no era para él, tenía que dejarlo atrás. Ahora era necesario empezar con una manera diferente de construir su vida y su pensamiento. Se le cambiaron sus esquemas mentales.

* Cristo no le pidió permiso para entrar en su vida, sino que “lo derribó” como al profeta Ezequiel.

* “Caído”, se entrega a Cristo porque es más fuerte que él.

* “Oyó una voz” que lo convirtió, lo transformó, lo sedujo...

* San Pablo le pregunta: “¿Quién eres, Señor?” Y Jesús le contesta en arameo, su idioma natal: “Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero levántate, ve a la ciudad y ahí se te dirá qué tienes que hacer”.

Los símbolos de este pasaje son, entonces, muy importantes para el relato de la conversión de San Pablo, ya que nos ofrecen una especie de “epifania” o manifestación de Dios, que entra de esta manera en la vida de un hombre para transformarlo. Así sucedió con Abraham, con Moisés, con Elías... El Apóstol se convierte en testigo de la resurrección. requisito indispensable para obtener el título de apóstol.

De esta manera, San Pablo vio la gloria del Señor Jesús, lo cual le hizo renovar y transformar su misma humanidad. El encuentro con Cristo le dio sentido a su vida e iluminó la comprensión de su misión.

Después de su conversión, de su bautismo y de su cura milagrosa Pablo empezó a predicar a los judíos (Hechos, ix, 19-20). Después se retiró a Arabia, probablemente a la región al sur de Damasco. (Gal., i 17), indudablemente menos a predicar que a meditar las escrituras. A su vuelta a Damasco, las intrigas de los judíos le obligaron a huir de noche (II Cor., xi, 32-33; Hechos, ix, 23-25). Fue a Jerusalén a ver a Pedro (Gal., i, 18), pero se quedó solamente quince días porque las celadas de los griegos amenazaban su vida. A continuación pasó a Tarso y allá se le pierde de vista durante seis años (Hechos, ix, 29-30; Gal., i, 21). Bernabé fue en busca suya y lo trajo a Antioquía donde trabajaron juntos durante un año con un apostolado fructífero. (Hechos, xi, 25-26). También juntos fueron enviados a Jerusalén a llevar las limosnas para los hermanos de allá con ocasión de la hambruna predicha por Agabus (Hechos, xi, 27-30). No parecen haber encontrado a los apóstoles allí esta vez ya que se encontraban dispersos a causa de l persecución de Herodes.



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